Museo Rolls Royce

Curiosidades

LA ARQUITECTURA DEL AUTOMÓVIL

Una bella carrocería es la suma de muchos talentos. La brillantez del ingeniero que concibe el diseño del motor y su mecánica, la destreza de calificados artesanos que domeñan la madera y el metal, el cobre y el cristal, la audacia de los carroceros, la producción de piezas únicas y exclusivas. Tal búsqueda premeditada de belleza permite emparentar esta actividad con las demás artes aplicadas.

Numerosos artistas, arquitectos o diseñadores han asociado su nombre al del automóvil, cuya combinación de belleza, potencia y elegancia sedujo e inspiró al arquitecto americano Frank Lloyd Wright para realizar sus innovadores diseños basados en conceptos automovilísticos. Las rampas del Guggenheim de Nueva York no responden sino a la misma y principal necesidad que caracteriza a un automóvil, que es la de contar con superficies lisas que faciliten lo que viene a ser su otra gran característica: la movilidad. Otra figura influida por la estética del automóvil fue el diseñador francés René Lalique, creador de una figura de cristal opalescente encaramada a modo de mascota sobre el radiador de un Rolls-Royce Silver Wraith.

De entre las grandes corrientes estéticas que surcaron el primer tercio del siglo veinte, el ecléctico estilo Art Decó reinaba con sus formas geométricas, fuertes colores y marcados contornos. El arte de la carrocería no era ajeno a la imagen de elegancia, funcionalidad y modernidad que desprendían unas formas que inspiraron el estilo de habituales carroceros de Rolls-Royce como Windovers y Hoopers.

Los plisados de los paños que arropan la delicada figura del “Espíritu del Éxtasis” está asimismo impregnados de este influyente estilo en cuyo homenaje la firma Rolls-Royce hizo presentación en el Salón de París de 2012 de tres modelos que evocan el espíritu decorativo del Art Déco.

Pero el Rolls-Royce es deudor de una estética que abarca todos los siglos en la historia del arte. Si la mascota emblema de la firma estuvo inicialmente inspirada en la estatua helénica “La Victoria de Samotracia”, otro símbolo distintivo de la marca como es el radiador, evoca la armoniosa silueta del frontón de un templo griego coronado por un tímpano de aluminio pulido. Incluso fue adoptado el mismo principio utilizado en la construcción del Partenón griego, consistente en arquear ligeramente las láminas para lograr una apariencia rectilínea.