Historia de la Torre Loizaga
Historia de la TORRE de LOIZAGA
La Torre de Loizaga se erige como privilegiado testigo de una época en la que la comarca de las Encartaciones fue cuna y lugar de asentamiento de importantes familias hidalgas, como atestigua la profusión de torres y casas solariegas blasonadas por linajes enfrentados por las fuentes de riqueza y poder. En particular, el Concejo de Galdames en el siglo XIV, fecha de construcción de la torre de los Loyzaga, era lugar de palacios y torres regidos por alcaldes bajo la autoridad de la Junta de Avellaneda
La historia de las casas-torre va unida a las guerras que durante los siglos XIV y XV enfrentaron a los bandos nobiliarios que conocemos como oñacinos y gamboínos. El solar de la casa da origen al clan y el dueño es el “mayor”, en quien ha recaído en herencia generación tras generación, en forma de mayorazgo. Servían de vivienda y refugio a los allegados al tiempo que eran un símbolo de su poder. En ocasiones, la casa-torre tiene en la cercanía una ermita, como es el caso de la iglesia de Santiago en Concejuelo, donde en uno de sus muros laterales luce el escudo de armas de los Loyzaga, quienes ejercían como patronos. Hoy en día se custodia la estatua del Santo entre los muros de Torre Loizaga
La principal fuente sobre las luchas banderizas proviene de un noble vizcaíno del siglo XV, Lope García de Salazar, pariente mayor del castillo de Muñatones , donde fue encerrado por su propio hijo durante cinco años. Aquel tiempo lo empleó en escribir el códice de “Las Bienandanzas y Fortunas” donde narra con gran meticulosidad y riqueza de detalles las luchas banderizas. A partir del siglo XV las torres van perdiendo su valor militar y se incorporan a su estructura elementos de la vida civil. La monarquía castellana prohibió la construcción de nuevas casas-torre en Bizkaia y los cabezas de los principales linajes fueron desterrados, lo que propició a un sistema de gobierno asimilable a una democracia medieval
El sistema de gobierno de las Encartaciones constituye su particularidad histórica ya que, siendo parte del Señorío de Bizkaia, contaba con un Fuero diferente y se gobernaban a través de las Juntas celebradas bajo el árbol de Avellaneda, centro político de la comarca. La Casa de Juntas fue durante siglos emblema de las libertades políticas y la singularidad del territorio. Reconvertida hoy en Museo de las Encartaciones, es un espacio para la investigación y la difusión de la historia, el patrimonio y la etnografía de la comarca